Con la ausencia de
Brontes y los otros dioses del trueno, la Universidad Miskatonic iba
recuperando rápidamente la normalidad, por lo que los inminentes
exámenes se haían ocupado de devolver la institución educativa a
la normalidad o, al menos, a lo que se podía entender como tal allí.
Durante ese breve tiempo, los Pickman respiraron tranquilos, en
espera del próximo desastre, pues, con la inminencia de la primavera
y el consabido periodo de pruebas de los alumnos podía pasar
cualquier cosa. Sin embargo, la distribución de carteles por la
universidad con el aviso de que aquellos responsables de alteraciones
del orden de características sobrenaturales o extradimensionales
tendrían que responder ante Anna Pickman parecían tener un efecto
tranquilizador sobre la grey estudiantil. Dispuestos a evitar las
atenciones de la medium, los matriculados en la Miskatonic no
parecían dispuestos a organizar nada más salvaje que las típicas
juergas universitarias, para alivio de todos.
Entre tanto, en La Llave
y la Puerta, Araknek seguía con sus habituales tareas de limpieza, a
las que se había sumado el aseo y mantenimiento de la nueva estatua
instalada en los jardines de la residencia, la representación de la
Gran A'Tuin, en homenaje al fallecido escritor Terry Pratchett.
Mientra estaba centrada en esta tarea, vió salir de la residencia al
profesor Seabury Pickman, que estaba bastante atareado últimamente
con sus labores formativas y que recientemente había pasado unos
días evitando a Welcome y caminando raro, como si tuviera molestias
en la zona inguinal. Araknek no le dio mayor importancia a aquello,
pues estaba acostumbrada a las idas y venidas de los Pickman y las
eróticas aventuras de Evangeline. Cuando el profesor pasó a su
lado, la saludó cortesmente como solía hacer, y de la misma manera
le respondió la araña, pero, tras alejarse unos pasos en dirección
a la universidad, de repente Seabury pareció percatarse de algo que
estaba fuera de lugar, se detuvo unos segundos, se dio la vuelta y se
acercó de nuevo a la encargada de limpieza. La miró con
detenimiento unos instantes y Araknek, percatándose del repentino
interés del profesor, se detuvo y le miró con expresión
interrogante (¿Tienen las arañas expresión interrogante? ¿La
expresión interrogante de una araña es igual que hacer un vuelo
indiferente? Suponemos que a estas alturas los Pickman están tan
acostumbrados a su particular limpiadora que pueden interpretar su
lenguaje corporal). Entonces Seabury señaló a algo que había junto
a la semilla de Atlach-Nacha: una tortuga, un galápago para ser
exactos, sobre cuyo caparazón se hallaban cuatro damanes, y sobre
estos un gran disco cubierto de nieve y con una elevación rocosa en
cuya cima se alzaba un fresno bonsai cual árbol del mundo.
Circunvalando el disco se hallaba un dragón serpentiforme o una
serpiente draconiana, una versión reducida de la terrible
Jörmundgander, la serpiente de Midgard de la mitología nórdica.
-Araknek, disculpa,
pero... ¿qué es exactamente esta criatura?-preguntó sorprendido
Seabury.
-Oh, no se preocupe, no
es peligrosa ni nada parecido, es mi nueva mascota, Pequeña T'Auin.
Es de las Tierras del Sueño.
-Ya, imagino que sí,
tiene toda la pinta de ser de allí. Un especimen muy curioso, ¿y
eso que lo has traído?
-Verá, desde hace tiempo
las tortugas de las galápagos han encontrado allí un nicho donde
huir de la extinción, por lo que las especies que se consideran
exitnguidas aquí, han sobrevivido en las Tierras del Sueño. Parece
que en aquellas islas hay un lugar que conecta con el mundo onírico.
En cualquier caso, a medida que Terry Pratchett fue alcanzando la
fama, y como consecuencia de las tortuguitas nacidas en su novela “La
luz fantástica”, sus fans comenzaron a soñar con la Gran A'Tuin y
explorar en su imaginación las diferentes variantes y posibilidades
de las Tortugas del Mundo que puede haber. Como consecuencia de esto,
empezaron a aparecer estas Galápagos del Mundo con sus particulares
disquitos. Una curiosidad, ya ve. Y, a medida que la saga de
Mundodisco continuaba, estos quelonios se iban haciendo habituales en
algunos lugares de las Tierras del Sueño, y, tras el fallecimiento
de Terry Pratchett, con todos los homenajes que se le han hecho, pues
parece que ha habido una explosión demográfica de tortugas. Durante
uno de mis viajes por las Tierras del Sueño, este quelonio en
particular comenzó a seguirme y nos “adoptamos” mutuamente. Y,
al regresar al trabajo, ha venido conmigo.
-Bueno, en ese caso, no
tengo ninguna objeción al respecto. Imagino que tu te encargas de su
mantenimiento y cuidados, sean cuales sean estos. Pero bueno, ahora
mismo tengo prisa, pero en otro momento que estemos menos atareados
los dos me gustaría que habláramos más tranquilamente sobre este
asunto. Creo que puede tener muchas posibilidades en vista a mi campo
de estudio y puede suponer un tema muy interesante para analizar y
tratar.
Araknek se encogió de
hombros y gorjeó:
-Como usted quiera
profesor, espero que tenga un buen día.
-Oh, sí claro, buenos
días, Araknek.
Con aire pensativo,
calibrando las posibilidades del asunto, el profesor Seabury Pickman,
se encaminó de regreso a la universidad a resolver los temas
pendientes del trabajo que tenía allí. Araknek, mientras tanto,
siguió limpiando y Pequeña T'auin, con inteligencia jurásica,
sonrió.