domingo, 30 de noviembre de 2014

Presentando a Araknek

Tenía que ser fuerte, resistir al miedo y avanzar, avanzar y seguir avanzando. Su misión era importante, confiaban en él, y no podía fracasar. Muchos, al verlo, pensarían que sólo era un becario, alguien sin importancia, pero él era mucho más que eso. Formaba parte de la Fundación Wilmarth, una importantísima (y secreta) organización de La Universidad Miskatonic, dedicada a enfrentar aquellos horrores que se esconden entre los rincones oscuros de la normalidad. La Fundación estaba formada por aguerridos héroes que no dudaban a la hora de plantar cara a las monstruosidades que pudieran encontrarse (su mayor éxito había sido detectar a la hija de un dios primigenio y tirarle una bomba atómica encima... cosa que sólo sirvió para cabrear un montón a su papi... al que otro incauto miembro del claustro de la Universidad Miskatonic también había tirado una bomba atómica. Parece que, en esta universidad, eso de tirarle bombas atómicas a las cosas es algo normal).

Su misión no era tan complicada ni tan peligrosa como rastrear a unos gigantescos monstruos subterráneos por todo el planeta, pero no estaba exenta de riesgo. Los miembros de la Fundación Wilmarth habían detectado la presencia de una criatura que podría formar parte de los secuaces de los terribles dioses primigenios que aguardan su momento para volver a gobernar sobre La Tierra. Esta criatura parecía estar escondida a los ojos de las personas decentes en un lugar sospechoso de presencias extrañas, una residencia universitaria llamada La Llave y La Puerta (con semejante nombre, a los miembros de la Fundación no les costó nada deducir que allí se escondía el temible monstruo). Su misión era sencilla, encontrar a la criatura y expulsarla con ayuda de un arma infalible que servía tanto para un roto como para un descosido, algo que podía  detener cualquier cosa y vencer incluso a los peores horrores. No, no era una bomba atómica (aunque fue lo primero que pensaron algunos miembros de la Fundación). Se trataba de una poderosa piedra con poderes arcanos con la forma de una estrella de cinco puntas y, en el centro, un símbolo que parecía un ojo abierto. La Fundación había usado esta piedra anteriormente para expulsar a criaturas tan temibles como comerciales de telefonía, y su efectividad era harto conocida. No debería haber ningún problema a la hora de vencer al ser monstruoso de la residencia universitaria.

Así, el becario de la Fundacion Wilmarth había conseguido entrar en la residencia gracias a sus dotes de espía que había aprendido en un curso por correspondencia. Iba vestido de forma casual, para que nadie notara su objetivo real, y de manera que nadie pudiera sospechar de él (con una gabardina que le venía grande, un traje de espía que había comprado en una tienda de disfraces, un bigote postizo, cejas falsas y un sombrero de detective de película de los años '40). Una vez dentro del edificio, vio algo que sólo podía ser un rastro de légamo del monstruo que se dirigía hacia unas escaleras que descendían hacia un oscuro abismo. Siguió el rastro de la terrible criatura, con el corazón acelerado ante la inmediatez de su enfrentamiento, y fue bajando los escalones lentamente, intentando no hacer ruido. Las escaleras terminaban en lo que debían ser los śotanos de la residencia, y allí podía escuchar horribles sonidos líquidos que se deslizaban por el suelo, dejando entender al becario que se trataba del obsceno y blasfemo movimiento de la cosa. Estaba allí, no había duda. 

El becario llegó al último escalón, tragó saliva y, con toda su fuerza de voluntad, se giró para encontrarse con su enemigo. Lo que vio es algo que ninguna mente humana debería vislumbrar jamás. El horror se trataba de una gigantesca araña que le sacaba una cabeza al becario en altura, de un horroroso color violáceo y textura quitinosa, con tres detestables pares de grotescas patas y un par que, en una horrible parodia, parecían un par de manos. El horror tenía algo en sus manos, algo que parecía una fregona, pero claramente tenía que ser algún objeto maligno. Al ver al becario, alzó la cabeza de múltiples ojos y poderosa mandibula, y de ella surgió una voz que haría enloquecer al hombre de nervios más fuertes.

-¡¡¡¡Me voy a cagar en tó como me pises lo fregao!!!

El becario sintió todo su cuerpo temblar, pero al ver que la criatura avanzaba hacia él con el objeto (que debía ser un arma) en sus manos, sacó de su bolsillo la piedra arcana y la alzó gritando:

-¡Detente, ser del averno, ante la poderosa piedra de los Arquetípicos! ¡Retrocede y huye de este lugar!

La criatura se detuvo (¡la piedra tenía efecto!) y soltó el arma. Con un rápido movimiento alargó uno de sus blasfemos brazos y le arrebató la piedra al becario.

-Uuuuuh, me has traído un regalo, qué bonito es, me lo quedaré para mi colección.

¡El ser le había arrebatado la piedra con sus manos desnudas! Sintiéndose derrotado, y sabiendo lo que le esperaba si se quedaba, el becario salió corriendo con un grito que hizo estremecer a todo el que lo escuchó.

                                         **********************************

Araknek se quedó mirando al lugar donde hace un momento había estado el estudiante y enarcó una ceja. Había bajado allí, le había entregado esa extraña piedra (además de pisarle lo fregao), y había salido corriendo como un loco. No tenía ningún sentido.

-Están locos estos estudiantes...

Cogió la fregona y siguió con su trabajo tranquilamente, sabiendo que tenía una nueva adquisición para su colección de objetos arcanos, y deseando que los estudiantes de esa universidad fueran un poquito más normales.

miércoles, 19 de noviembre de 2014

Summanus y Welcome presentan: Thanskgiving of the Dead (parte 2)

El plan era sencillo y directo: averiguar que estaba haciendo el bisnieto del hermano del doctor Herbert West, quien cursó estudios en la Miskatonic a principios del siglo XX. Para ello, lo mejor era acudir directamente a la fuente y cortar por lo sano cualquier asunto que se estuviera fraguando. Welcome y Summanus, acudieron raudos a la habitación de Vinnie West. Tras llamar varias veces a la puerta sin obtener respuesta alguna y temiéndose lo peor, el dinosauroide sacó una llave maestra que usó para abrir de inmediato la puerta. Al acceder al cuarto encontraron la típica habitación de la residencia ocupada por un estudiante: cama deshecha, posters varios en la pared según las aficiones y gustos, libros y un tablón de corcho en el que habían pinchados recortes de prensa, notas, diagramas anatómicos y otros papeles. Lo que más destacaba era la presencia de un pequeño laboratorio químico, bastante básico pero funcional, y la ausencia del ordenador portatil de Vinnie y del propio Vinnie.

La singular pareja se lanzó rápidamente a examinar los papeles y demás contenidos de la habitación, en busca de alguna posible pista sobre los planes del estudiante, así como de su paradero actual. Por suerte, ambos tenían un buen porcentaje en Descubrir, por lo que lograron su objetivo, no sin quedar desconcertados por los resultados obtenidos: Vinni parecía querer emular a su antepasado y repetir sus experimentos de reanimación, aunque de forma más modesta, comenzado con pavos en lugar de con seres humanos. Lamentablemente, habían llegado tarde y Vinnie ya estaría poniendo su plan en marcha, que, según lo que habían encontrado, parecía consistir en sembrar el caos en la ciudad llenándola de pavos reanimados, liberándolos en una serie de localizaciones que había en un plano de la ciudad que encontraron. No podían perder tiempo.

De vuelta al trastero de Summanus en el sótano, comenzaron a equiparse para la contienda contra la horda de pavos zombi:

-Welcome, ¿que traje prefieres tú?

-Espera, espera... ¿quieres que vayamos a cazar pavos zombis y buscar a un estudiante de medicina chiflado vestidos de puritanos del siglo XVII? -tras darse cuenta de lo que había dicho, añadió- Después de todo, tiene todo el sentido del mundo...

Summanus se encogió de hombros antes de responder:

-Mira, ya que vamos a montar un buen lío, mejor hacer creer que estamos haciendo una performance teatral o algo así. Además, fuiste tu la que la montó en el último día del orgullo gay disfrazada medio desnuda de Nyan Cat...

Welcome trató de contener la risa al tiempo que enrojecía. Recordaba bien el episodio que fue verdaderamente memorable: Como bisexual también se veía afectada por la homofobia y el puritanismo con respecto al sexo, por lo que solía asistir a ese tipo de celebraciones. Y, por alguna razón, pensó que sería una buena idea llamar la atención vestida con un minúsculo bikini con un par de pop-tarts de cereza sobre los pechos, una diadema con orejas de gato y una larga bandera arco-iris a la espalda. De alguna manera, se le ocurrió que la mejor manera de acabar el desfile del orgullo gay era montar un buen lío, por lo que acabó corriendo por toda la universidad así ataviada con una larga fila de estudiantes (que aprovechaban cualquier excusa para montar un pollo), personal de seguridad de la universidad y otros participantes del desfile que se apuntaron espontáneamente al espectáculo. Al día siguiente se convirtió en viral un vídeo de la loca carrera montado con las grabaciones de las cámaras de seguridad y de los estudiantes, con el tema del show de Benny Hill como banda sonora.

-Qué demonios, llevo tiempo buscando una excusa para ponerme el disfraz de Pocahontas.

Poco después, un puritano vendado con el sombrero calado hasta los ojos y armado con un rifle eléctrico basado en diseños de Nikola Tesla y tecnología yithiana (esto último sólo Summanus, y tal vez Brontes, sabía como la había conseguido) y una india rubia que llevaba un proyector de niebla mi-go modificado para ser usado por manos humanas salieron a la caza de los pavos zombi.

Durante todo el día llamó la atención de propios y extraños, de profesores, alumnos, administrativos, personal de seguridad y vecinos inocentes de Arkham, el ver a tan extraña pareja portando unos extraños aparatos de naturaleza supuestamente ofensiva, recorriendo la ciudad de un lado a otro dedicándose a la caza de unos extraños y orondos pavos que se comportaban de forma bastante errática. En la mejor tradición de las persecuciones de Scooby-Doo, Summanus y Welcome se lanzaban como posesos tras el rastro de los pavos, surgiendo tras una esquina persiguiendo a las esquivas aves-zombi o corriendo perseguidas por estas cuando lograban organizar un contraataque contra sus perseguidores, repitiéndose estas escenas a lo largo y ancho de la población.

Al principio, la gente se quedaba sorprendida por el extraño espectáculo, en el que una joven y atractiva india rubia disparaba nubes de niebla blanca a los pavos-zombi, dejándolos helados, para, a continuación, el peregrino vendado les disparaba una descarga eléctrica que los dejaba fritos en el acto. Pero poco a poco, comenzaron a surgir gritos del tipo “¡Es Welcome! ¡Es la chica Nyan Cat!” y demás vítores que presagiaban un nuevo vídeo viral en youtube con la singular rubia como protagonista junto a su vendado compañero y, posiblemente una nueva tradición para la ciudad.

Finalmente, tras varias horas de carrera y caza de aves de corral reanimadas, dejando por la ciudad un sutil y persistente aroma a carne de pavo asada, Vinnie West apareció por fin. Como lugar del encuentro final había escogido la puerta principal de la biblioteca de la universidad, donde los aguardaba. Delgado, de pelo negro como ala de cuervo, con gafas de montura metálica, una expresión de obsesiva determinación en su rostro y una bata blanca, se parecía mucho al actor Jeffrey Combs en la película Re-Animator. Por suerte para Welcome y Summanus, prescindió del discurso de villano megalomaníaco de opereta y se decidió por hacerles frente. El combate entre un estudiante de medicina flacucho y obsesivo y la chica experta en defensa personal y artes marciales acabó en apenas unos segundos. Definitivamente, Vinnie West tenía madera de Mad Doctor pero no era gran cosa en una confrontación física.

Con Vinnie West fuera de combate y la amenaza avícola reanimada detenida, la ciudad estaba a salvo una vez más. Pero, ¿cuando volvería a desatarse un nuevo peligro que turbara la tranquilidad de Arkham? ¿Estarían listos Summanus y Welcome para detenerlo? ¿Surgiría un nuevo video viral con la caza de pavos, así como una nueva tradición? ¿Seguiría Vinnie West con las tradiciones de su ancestro? Summanus, Welcome y todos los demás residentes de la Llave y la Puerta deberán hallar respuesta a estas preguntas próximamente...

lunes, 17 de noviembre de 2014

Summanus y Welcome presentan: Thanskgiving of the Dead (parte 1)

Se aproximaba la fecha del Día de Acción de Gracias y Summanus comenzaba a subirse por las paredes hasta el punto en que la productividad entre los recepcionistas y personal de limpieza de la residencia alcanzaba valores de record histórico. Como administrador y supervisor de todos esos pequeños trabajos que hacían que La Llave y la Puerta siguiera en marcha como un reloj (pese a los frustrados intentos de los estudiantes en sabotearle con sus fiestas, novatadas y demás follones que organizaban), su importancia en la estructura organizativa se hallaba justo por debajo de los Pickman, aunque no dejaba que eso se le subiera a la cabeza. Habitualmente era un líder justo, que buscaba el orden en el trabajo y el bienestar de los empleados, aunque en ocasiones, su flema y calma habituales, su paciencia jurásica, se quebraban, habitualmente por culpa de alguna “extralimitación” de origen estudiantil. En esos momentos se convertía en el terror de los becarios, en el hombre del saco con el que los trabajadores asustaban a los novatos en sus primeras semanas de trabajo. Pero no era normal que esta crispación se acentuara tanto por el Día de Acción de Gracias, fecha en la que muchos estudiantes volvían a sus hogares y la residencia se convertía en un entorno casi monástico por su tranquilidad. Sin embargo, algo había cambiado ese año y Summanus lo sentía...

Todo había empezado unos días antes, cuando, mientras daba un paseo nocturno por los terrenos de la Universidad, una costumbre que tenía, un grueso y cebado pavo surgió tras un arbusto, le miró fijamente y, de improviso, salió corriendo hasta desaparecer tras la esquina de un edificio. Desde el lugar del cual había surgido el ave se deslizó una culebra rayada, serpiente por completo inofensiva, pero que portaba en la cabeza una mancha en forma de media luna blanca. Summanus torció el gesto al comprender lo que significaba. Era un ofidio sagrado de Yig. El Padre de las Serpientes le estaba enviando un aviso, y la presencia del pago, así como la proximidad de la festividad en la que esta ave era consumida con fruición, le indicaban que algo gordo iba a formarse y que él tendría que meterse en el asunto. Desde ese día, había comenzado a ponerse de los nervios.

Aunque aun faltaba para la celebración, el mayordomo de la residencia estaba comenzando a prepararse, viendo como algo inminente lo que fuera a pasar. Por ello, había bajado a los sotanos, donde tenía un pequeño trastero en donde guardaba sus cosas, así como la parafernalia del culto a Yig, dios del que era sacerdote. Sabía que el lugar era seguro, pues, además de las protecciones meramente físicas (la gruesa puerta cerrada con llave, los sistemas de alarma que había por toda la residencia y el hecho de que los estudiantes rara vez bajaban al sótano y los empleados sólo lo hacían cuando era necesario), contaba con algunas protecciones místicas de cosecha propia, así como un pacto de no agresión entre las arañas del sótano y las serpientes que ocasionalmente se dejaban caer por allí, ya que ambos colectivos actuaban como centinelas tanto para Summanus como para Araknek. A causa de todo esto, no sintió preocupación alguna cuando se abrió la puerta mientras él rebuscaba en una caja llena de amuletos, libros y otros objetos de naturaleza mística, de los que tenía una buena colección, la mayoría de ellos mera decoración. El intruso se acercó a él despacio hasta que, de improviso, Summanus pudo notar unos brazos que rodeaban su cuerpo, unos pechos generosos que se aplastaban contra su espalda y una voz melosa que le susurraba al oído:

-Welcome stranger, ¿te alegras de verme o es que tienes un plátano en el bolsillo?

Con un breve suspiro, Summanus se desprendió del abrazo y sacó un platano del bolsillo del pantalón.

-Hola Welcome, como puedes ver es mi almuerzo.

Se dio la vuelta para saludar a la recién llegada, Evangeline Parker, más conocida por Welcome, debido a su habitual manera de saludar. La chica era de estatura media, por lo que, Summanus, que era más bien bajito, la igualaba en altura, rubia, con el cabello corto, ojos azules, guapa y con un cuerpo bonito y bien dotado, vestida con un pantalón vaquero y una sudadera de la universidad. Parecía la típica WASP triunfadora que había sido líder de animadoras en el instituto y reina del baile, y que estaba destinada a convertirse en una Barbie universitaria y casarse con un Ken de Harvard para seguir la tradición familiar de hacer una buena boda de alta sociedad. Por eso Summanus se sorprendía de que fuera siempre tan amistosa y cariñosa con él, que para los cánones humanos era más bien feo. Medía en torno a 1,65 de altura, delgado y algo desgarbado, con ojos enormes y una piel escamosa que oscilaba entre el cobrizo y el pardo y que él aseguraba era por culpa de la ictiosis. Habitualmente su atuendo consistía en ropas amplias y severas para no atraer la atención sobre sí mismo, así como gafas de sol, bufandas, barbas postizas y demás elementos que le cubrieran la cabeza y el rostro. Los rumores decían que, además de la ictiosis era bastante feo, lampiño y calvo (cosa que era cierto), que era un fenómeno de feria al que el Viejo Patriarca Pickman había contratado por lástima, pero que hacía bien su trabajo. La verdad era bien distinta y sólo los Pickman y unos pocos más, entre los que se encontraba Welcome (aunque esta lo averiguó a base de insistir y espiarle), la conocían. Summanus era en realidad un Grith, miembro de una raza antropomórfica descendiente de los pequeños dinosaurios terópodos de finales del Cretácico, un dinosauroide. Su especie se había desarrollado mucho antes de que el hombre apareciera en la Tierra, y tomaron otros caminos diferentes al seguido por la humanidad, entre ellos, el culto a Yig, el Padre de las Serpientes. Sólo el sabía porque había decidido vivir con los Pickman.

-Bueno, imagino que no has venido aquí simplemente para comerte mi plátano, ¿verdad? -la interrogó Summanus con sorna.
-No, he venido a verte porque estos últimos días estas muy raro, o, por lo menos, más que de costumbre. ¿Qué sucede?

El dinosauroide reculó un paso y miró con inquietante atención a la chica. Ella normalmente habría hecho algún comentario subido de tono con doble sentido, ya que, además de guapa y muy inteligente, tenía la líbido de un adolescente en una maratón de cine porno, además de ser abiertamente bisexual. Eso y el que se fuera a estudiar a una universidad “de provincias” para estudiar psicología fueron la razón por la que sus padres, una acaudalada estirpe de la clase alta bostoniana, prácticamente la habían desheredado como oveja negra de la familia. De hecho, en la universidad, además de por su particular saludo, Welcome era conocida por sus numerosos escarceos sexuales con estudiantes de ambos sexos. Pero Summanus siempre se le resistía. “Cuestión de especies” decía él. Pero eso no había impedido que la chica entablara una entrañable amistad con el parco y reptiliano mayordomo.

-Algo se está cociendo. Yig me mandó un aviso de que algo relacionado con el Día de Acción de Gracias se está preparando, y últimamente Vinnie West ha pasado más tiempo de lo habitual en el laboratorio que tiene montado en su habitación. Además, se han realizado últimamente un mayor pedido de pavos de lo habitual para las celebraciones que se realizan en la universidad. Así que creo que será mejor que nos vayamos preparando para lo peor.

Welcome le miró sorprendida y no tardó en sonreir. En su cabeza habían comenzado a formarse planes sobre lo que podría pasar y, puesto que iba a pasar las fiestas en la residencia (ni hablar de ir a ver a los estirados de sus padres), prefería hacer algo divertido y con mucha acción. Cogió el platano que Summanus aun tenía en la mano, lo peló y comenzó a introducirlo en su boca con un ademán lascivo para, de improviso darle un soberbio mordisco. Tras masticar y tragar, exclamó:

-¡Let's Rock!

sábado, 8 de noviembre de 2014

Presentando a Seabury Q. Pickman


La clase de Antropología de los pueblos de África Central iba tocando a su fin mientras el profesor Seabury Pickman acaba con las conclusiones de la lección:

-De esta manera podemos comprobar como muchas de las leyendas que corrieron sobre la zona central del continente africano, en particular la región conocida popularmente como”Congo”, pueden servir como cortina de humo para disimular verdades que se hayan ocultas. Muchos de los mitos del África negra hablan, en realidad sobre héroes y reyes deificados, criaturas de leyenda surgidas de los miedos ancestrales y sobre pueblos perdidos que, según sabemos, llegaron a alcanzar el nivel de desarrollo mínimo como para ser considerados civilizaciones. Algunos de estos pueblos han dejado descendientes que han involucionado hasta la edad de piedra, en cuyos recuerdos ancestrales hallamos las pistas para investigar estas culturas desaparecidas. En otros casos, tenemos fuentes de estudio más tangibles, como la ciudad de Gharne. Lamentablemente, algunos de estos restos arqueológicos se han perdido para siempre, habitualmente por causas naturales, como ya sucedió con la ciudad perdida de Zinj, que quedó cubierta por una gruesa capa de lava tras la erupción del monte Mukenko en 1979. Por suerte, tras la caída de la empresa STRT, los doctores Ross y Eliot quedaron libres de todo acuerdo contractual de privacidad, lo que permitió, junto con los documentos gráficos y textuales recuperados de las bases de datos de la empresa, obtener un testimonio fiable y relativamente completo sobre el estado final de la ciudad antes de su pérdida...

Mientras el atildado y elegante profesor continuaba sus conclusiones, un murmullo continuo que hacía poco comenzaba a escucharse de fondo fue aumentando su volumen paulatinamente, de manera que comenzó a superponerse al discurso del profesor que se decantó por ignorarlo y acabar la lección.

-Hodgson, Hodgson, Hodgson, Hodgson, Hodgson, Hodgson, Hodgson, Hodgson, Hodgson, Hodgson, Hodgson, Hodgson, Hodgson, Hodgson, Hodgson, Hodgson, Hodgson, Hodgson.

A medida que el sonido aumentaba, se veía acompañado de las vibraciones producidas por un grupo relativamente numeroso que parecía avanzar a la carrera hacia el aula.

Mientras el profesor Pickman recogía sus cosas y daba las últimas recomendaciones de la sesión, la puerta del aula se abrió de golpe para dejar pasar a una docena de seres de aspecto humanoide, vestidos de forma anárquica con taparrabos y desharrapadas túnicas, cuyas principales características eran unas poderosas garras en las manos y una testa porcina.

-Hodgson, Hodgson, Hodgson, Hodgson, Hodgson, Hodgson, Hodgson, Hodgson, Hodgson, Hodgson, Hodgson, Hodgson, Hodgson, Hodgson, Hodgson, Hodgson, Hodgson, Hodgson.

Las criaturas-cerdo, mientras entonaban sin cesar su monótono mantra, avanzaron a la carrera hacia el profesor para sorpresa de sus alumnos. Cuando llegaron hasta el docente, lo alzaron en volandas y se lo llevaron a hombros mientras este clamaba:

-¡No olvidéis que podéis consultar el Regnum Congo de Pigafetta en la biblioteca! ¡Y que no se os ocurra hacer un creepypasta de esto, porque os aseguro que volvereeeeeeeeeeeeeee!

Las últimas palabras del profesor se perdían ya mientras las criaturas-cerdo lo sacaban del aula y se perdían por los pasillos de la universidad para desconcierto general del alumnado, claustro y demás empleados de la institución educativa.

-Hodgson, Hodgson, Hodgson, Hodgson, Hodgson, Hodgson, Hodgson, Hodgson, Hodgson, Hodgson, Hodgson, Hodgson, Hodgson, Hodgson, Hodgson, Hodgson, Hodgson, Hodgson.

Ese mismo día, al caer de la noche, el profesor Seabury Pickman apareció a las puertas de la biblioteca de la universidad con las ropas desarregladas (algo inédito en él) y llevando en la mano un grueso volúmen de las obras completas de William H. Hodgson.

domingo, 2 de noviembre de 2014

This is Halloween I (Parte 2): Anna Pickman contra El Devorador de Galletas

Cuando Anna Pickman abrió la puerta de entrada de la Residencia Universitaria La Llave y la Puerta y vio lo que había en su exterior, decidió que preferiría estar en su casa haciendo calaveritas de azúcar... de hecho, preferiría estar en cualquier sitio menos en aquella ciudad de locos en la que siempre terminaba pasando algo como lo que  estaba viendo. Era una especie de foco de situaciones paranormales lo más absurdas posible, y aquello que estaba viendo era lo más absurdo que se había encontrado en sus aventuras con lo sobrenatural desde que tuvo que expulsar de un club de streaptease al fantasma de una anciana nudista.

-¿Habías visto algo así antes? -le preguntó Brontes, el experto al que había llamado para evitar que sucediera algo como lo que estaba pasando.

-Sí -respondió ella dubitativa -de pequeña, todas las tardes a la hora de la merienda... pero solía ser más pequeño.

Lo que había frente a ellos, detrás de una multitud de jovenzuelos disfrazados de toda clase de engendros de Halloween  (entre ellos no podían faltar La Calabaza Putona y el gordo barbudo disfrazado de hada) que huían despavoridos, había un coloso de seis metros de alto, cubierto de un denso pelaje azul, provisto de una cabeza ovalada partida por unas inmensas fauces negras y unos enloquecidos ojos que parecían mirar por doquier como los de un yonki. La criatura avanzaba tambaleante y moviendo los inmensos brazos como si pretendiera azuzar a la muchachada.

Anna buscó rápidamente entre la multitud y captó su atención uno de los individuos que huía. Llevaba gafas de pasta, un jersey negro y, lo más importante, en sus manos llevaba un inmenso libro que parecía abrazar como si fuera su mascota. Pero eso no era una mascota (y si lo era, ese chaval tenía un serio problema que debería consultar con su psiquiatra), era un grimorio que había visto anteriormente en su investigación de lo oculto. El Manual de Vinz Clortho para la invocación de seres extradimensionales.

El chaval fue detenido de su huida por una mano que le agarró del cuello del jersey y le atrajo a la cara de Anna, cuyos ojos se le clavaban haciendo que el individuo sintiera un escalofrío por la espalda.

-¿Se puede saber qué está pasando aquí? Algo me dice que tú y tu librito tenéis algo que ver con esa cosa.

Los labios del chaval temblaron al intentar responder. Éste tragó saliva y al final pudo decir:

-Es que... verá... unos amigos y yo decidimos que podría ser una buena broma de Halloween invocar a una entidad de otra dimensión para meter miedo a los ancianos que nunca nos quieren dar las galletas  que hacen para celebrar las fiestas... lo que vino fue el bicho ese... pero cuando se comió las  galletas de los ancianos y vio que no había más, se puso como un loco a destrozar todo y salió a la calle en busca de más galletas que comer ¡y lo peor es que cuantas más galletas come, más grande se hace!

Anna le soltó el jersey y le arrebató el libro de sus brazos de gelatina.

-Anda, corre antes de que me arrepienta de no darte tu merecido por haber desatado semejante caos ¿no sabéis que hay cosas en este universo con las que no se debe jugar?

El chaval salió corriendo con el resto de corredores, y sólo quedaron allí Brontes, Anna y la criatura que se acercaba inexorablemente a ellos.

-¿Qué vamos a hacer con eso? No creo que le vaya a dar una indigestión por comer muchas galletas -dijo Brontes.

-No te preocupes, tengo un plan. En este libro está el hechizo de expulsión de la criatura, sólo necesito que lo distraigas hasta que abra el portal que lo devuelva a su casa.

-Bien, poca cosa... sólo tengo que distraer a un monstruo azul de seis metros de alto y obsesionado con comer galletas. He hecho cosas peores.

Mientras Anna abría el libro en busca del hechizo de expulsión, Brontes se dirigió hacia el monstruo gigantesco y se plantó ante él.

-¡Eh, chaval! ¿Sabes lo que  tengo? Tengo galletas... galletas MARBÚ.

Entonces Brontes empezó a danzar y a bailar mientras cantaba con voz de barítono:

-Marbú, Marbú, qué buenas son, las galletitas doradas de Marbú, tú pruébalas, qué ricas son...

El engendro de seis metros se quedó mirando a Brontes con atención y comenzó a dar palmas al ritmo de la canción.

Mientras esta lamentable  situación se desarrollaba, Anna buscaba frenéticamente el hechizo. El libro no tenía índice ninguno, y parecía haber sido escrito por un autor espídico con la mano tonta. Cuando parecía que el monstruo se había cansado de la canción y había confundido a Brontes con una galleta, Anna por fin dio con el hechizo y, con una voz potente, entonó un cántico formado por tantas consonantes que parecía que un gato se había subido al teclado del ordenador.

Al terminar el cántico, el aire alrededor  de Anna, pareció moverse y agitarse, tras lo que se formó una brecha de una potente luz azulada como el pelaje del monstruo que había cruzado las dimensiones para devorar las galletas de nuestro mundo. La criatura, que tenía la cabeza de Brontes en la boca y parecía chuparla como si fuera un caramelo, se quedó mirando la brecha interdimensional y lanzó un grito desgarrador. Momento que Brontes aprovechó para sacar la cabeza y gritar:

-¡A TOMAR POL CULO!

Un rayo resquebrajó los cielos y cayó sobre el monstruo azulado, que dejó caer de la impresión a Brontes. La energía del poderoso rayo, empujó al ser hacia la brecha extradimensional, que en pocos segundos se tragó al ser y se cerró como si allí no hubiera pasado nada. El silencio cubrió las calles de Arkham como si fuera una noche normal.

Brontes se acercó a Anna  con la cabeza cubierta de babas de monstruo. Ambos se quedaron mirando el lugar donde hace unos instantes había una brecha que unía nuestro mundo con una dimensión donde terribles devoradores de galletas esperaban  el momento para volver y comenzar una orgía de destrucción.

-Una noche típica de Halloween en Arkham -sentenció Anna. Se giró y volvió a la residencia. Pasaría el resto de la noche haciendo calaveritas dulces y pensando en lo que acechaba allí afuera... y cuanto tardaría en abrirse camino a nuestro mundo.