El vehículo se
desplazaba por el norte de la región central de Massachusetts, tomó
un desvío poco habitual al llegar al cruce con la carretera de
Aylesbury nada más pasar Dean's Corners, adentrándose así en una
extraña y poco poblada comarca. El terreno se iba haciendo más
escarpado y las paredes de piedra cubiertas de maleza iban
encajonando cada vez más la sinuosa carretera que, en otro tiempo,
había sido poco más que un camino de tierra. Los árboles de los
bosques eran allí de unas dimensiones excesivamente grandes, y la
maleza, las zarzas y la hierba alcanzaban una frondosidad poco
habitual y rara vez vista en regiones habitadas. Por el contrario, los
campos cultivados eran muy escasos y áridos mientras que las pocas
casas diseminadas a o largo del camino presentaban un aspecto de
decrepitud, suciedad y ruina. Mientras recorrían un recodo del
camino que cruzaba una extensión boscosa, el conductor del coche y
su acompañante vieron una enorme figura negra que parecía una
monstruosidad arbórea que se alzaba sobre cuatro gruesas patas
acabadas en pezuñas caprinas y cuyas ramas parecían tentáculos que
sostenían un cartel en el que se podía leer, con caligrafía
temblorosa, “A Arkham”.
-¡¿Pero tu has visto
eso?! -exclamó sorprendido Seabury Pickman al pasar frente al Retoño
Oscuro de Shub-Niggurath que estaba haciendo autoestop ante la
impasibilidad de Harvey, su hermano, que conducía tranquilamente sin
prestar excesiva atención al horror frente al que acababan de pasar.
Éste, con voz calma, le respondió:
-Sí, pero no podemos
recogerle ahora. Para empezar vamos hacia Dunwich, y, además,
necesitaríamos un camión, en este coche no cabe. Con el poco
tráfico que viaja por estas carreteras, va a tardar en encontrar a
alguien que lo recoja. Habrá que avisar a Ana o a Brontes, a ver si
se pueden acercar, porque como se enteren los de la Fundación
Wilmarth, le meten una bomba.
-Pero, pero, pero...
¡Pero si es un horror arcano alienígena! ¡¿Y quieres ayudarle a
llegar a Arkham?!
-Sí, ¿por qué no? Esta
comarca está bastante deprimida económicamente y es normal que sus
habitantes busquen la prosperidad en la ciudad.
-Ah, vale.
Ciertamente, la región
de Dunwich nunca había logrado alcanzar un alto grado de
prosperidad, y los acontecimientos desarrollados en 1928 por las
acciones de una rama degradada de la familia Whateley no habían
ayudado. La comarca, sumida en la degradación, el empobrecimiento y
la endogamia, ni siquiera había logrado atraer la atención del
turismo rural, pese a poseer pasajes de belleza abrupta pero
fascinante. Ni siquiera la Miskatonic había tomado especial interés
en la zona, particularmente desde el Horror desatado en los años 20
del siglo anterior. Sin embargo, pese a que era una parte del estado
particularmente olvidada, se habían hecho esfuerzos por tratar de
mejorar las infraestructuras, aunque esto se redujera a asfaltar los
caminos de tierra y reconstruir algunos puentes que cruzaban el
Miskatonic, que serpenteaba por la comarca de camino a Arkham.
Durante mucho tiempo, la región de Dunwich había sido un foco
pequeño pero significativo de los cultos de Tsathoggua y
Yog-Sothoth, centrados en ramas degeneradas y endogámicas de
antiguas familias. Sólo el desconocimiento general de esto había
provocado que la región se convirtiera en escenario natural para
películas de terror. Ni siquiera el movimiento hippie durante su
etapa de máximo auge había logrado establecer allí alguna comuna
mínimamente decente. Era curioso que, incluso los escasos retoños
oscuros que habitaban aquellos parajes buscaran mejor suerte en la
ciudad. La única muestra de interés por la región había sido la
construcción de unas instalaciones por parte de BioGen, una oscura
empresa de ingeniería genética que estaba interesada en estudiar la
endogamia y las particularidades de la vegetación de la zona. Sin
embargo, hasta el momento sus actividades habían llamado apenas la
atención y el contacto con la Miskatonic era escaso.
Aquel día, Seabury
estaba aprovechando la calma estival para hacer una excursión a la
zona de Dunwich. Tenía interés por examinar con más detalle los
extraños círculos de piedra que coronaban algunas de las colinas de
la región. Por ello, y aprovechando que su hermano también parecía
ocioso, le convenció para que le llevara. De paso, el detective
podía aprovechar para investigar los rumores que le habían llegado
sobre avistamientos de un big foot en la región.
Realmente Harvey no creía
semejantes tonterías, pero nunca estaba de más asegurarse, no fuera
que alguien hubiera estado hurgando en libros prohibidos, realizando
ceremonias prohibidas e invocando seres prohibidos, para acabar
teniendo relaciones sexuales prohibidas y acabar con un nuevo Horror
de Dunwich. Así que aceptó la invitación de Seabury para hacer un
viaje por la zona. No esperaba nada del otro mundo, y el encontrar al
retoño oscuro haciendo autoestop tampoco le preocupó especialmente,
tal vez hubiera sido el avistamiento de alguno de estos seres lo que
había provocado los rumores, pero era mejor asegurarse.
A medida que se
aproximaban al pueblo de Dunwich, o lo que quedaba de él tras
décadas de endogamia y decrepitud, un temblor del suelo comenzó a
poner nerviosos a ambos hermanos. Las vibraciones no eran
particularmente fuertes, pero si capaces de hacerse sentir aun con el
vehículo en marcha y recorriendo la carretera que cruzaba aquella
comarca. Sin embargo, eran cada vez más intensas, como si algo
grande y pesado se desplazara hacia ellos. De entre la espesura se
alzó una zarpa negra y peluda, de unas tres cuartas de anchura,
provista de terribles garras. Apareció otra, y después un brazo
enorme al que estaban unidas ambas zarpas por dos cortos antebrazos.
A continuación, entre la espesura de las ramas surgió una cabeza de
pesadilla, del tamaño de un barril, con dos ojos rosados que
sobresalían unos 5 centímetros, protegidos por protuberancias óseas
cubiertas de pelo encrespado. Pero lo más terrible de aquella
monstruosa testa era la boca, provista de enormes colmillos
amarillentos, que recorría la cabeza de arriba abajo, abriéndose en
vertical. Se trataba de un gugo, un gigante de las Tierras del Sueño.
Por algún extraño motivo, aquel ser había logrado llegar al mundo
de la vigilia, aunque, afortunadamente, lo había hecho en una región
poco poblada, donde representaba un peligro menor. Sin embargo, no
dejaba de constituir una amenaza, tanto para los habitantes de
aquella comarca como para las poblaciones vecinas. Podía ser
detenido, pero para ello necesitaban un despliegue de artillería que
no llevaban consigo.
Harvey frenó bruscamente
y dio la vuelta al coche. Podía avisar a la Fundación Wilmarth, y
sería problema de ellos, que seguramente solucionarían poniendo una
bomba o haciendo algo por el estilo. Pero acabarían por causar
bastantes daños, cosa que al detective no le hacía particularmente
gracia. Tenían que buscar la forma de detener al coloso antes de que
causara auténticos problemas, si no lo había hecho ya. Rápidamente
trató de pensar en alguna solución, pero no había nada que pudiera
hacer así de improviso, salvo alejarse de allí lo más rápidamente
posible, regresar a la ciudad y allí aprovisionarse con todo lo
necesario para acabar con aquel monstruo o devolverlo a las Tierras
del Sueño. Tal vez Araknek pudiera ayudarles, pero primero tenían
que volver.
Seabury, por su parte,
menos acostumbrado que su hermano a estos seres, trataba de mantener
la calma. Aquel gigante era una auténtica amenaza y sabía que
debían hacer algo, aunque por el momento sólo podían regresar. Por
suerte, Harvey no se lo pensó mucho y enfiló la carretera de
regreso a Arkham, no sin antes darse cuenta de que el gugo los había
visto y comenzó a perseguirlos lanzando terribles rugidos y tratando
de atraparlos con sus zarpas.
-Genial -suspiró
Seabury-, ahora toca una escena de persecución. Aquella carretera no
era el mejor escenario para circular a gran velocidad, así que
Harvey hizo lo que pudo mientras tomaba las curvas lo más rápido
que podía sin ponerse en verdadero peligro. Cuando llegaron hasta
donde estaba el retoño oscuro autoestopista, éste les vio pasar de
nuevo, sorprendido, pero cambió rápidamente de “expresión” al
ver corriendo tras ellos al gugo. Se le pusieron los tentáculo de
punta y comenzó a correr a tal velocidad que no tardó en alcanzar
al vehículo.
Pero el gigante no estaba
dispuesto a dejar escapar a sus presas, por lo que arrancó un árbol
de raíz y lo lanzó para que aterrizara frente al vehículo y el
horror arbóreo de Shub-niggurath. Aunque Harvey no era mal
conductor, apenas logró frenar a tiempo, por lo que no puedo evitar
el impacto contra el árbol arrojado por el gigante. Por suerte, no
fue demasiado fuerte el choque, por lo que sólo quedaron aturdidos.
El autoestopista, por alguna razón, decidió que sería mejor que
trabajaran juntos, por lo que les ayudó a salir del coche
accidentado mientras el gugo se aproximaba. Los tres, viéndose ante
tan terrible situación, decidieron unir fuerzas para derribar al
coloso.
Mientras el ser de las
Tierras del Sueño se aproximaba, sonó un potente trueno al tiempo
que en el firmamento, a gran altura, se abría lo que parecía una
brecha en la realidad sobre el gigante. Por ella descendió en caída
libre una figura que parecía gritar algo. A medida que se hacía
audible e inteligible por la caída, sonaba algo así como:
-¡Hijopuuuuutaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa!
El gugo, al darse cuenta
de que aquella figura caía justo sobre él, abrió por completo su
boca dispuesto a devorarla. Cuando lo hizo cerro las fauces de golpe,
pero antes de que pudiera hacer nada más, pareció progresivamente
sorprendido, desconcertado, dolorido, muy dolorido, sufriendo una
agonía horrible y, finalmente muerto, mientras de su boca manaba
sangre y entre las piernas del ser se abría paso la criatura a la
que había devorado. Cubierta por la baba, sangre y otros jugos
ignotos del cuerpo del gugo, surgió un ser humanoide, que juraba
como un marinero, ataviado con una cota de escamas, un casco de
hierro con frontal, de diseño vikingo, un amplio cinturón de cuero
del que colgaba una vaina, una capa, pantalones y unas botas altas de
gruesa y dura piel. En su mano derecha empuñaba una espada de color
negro con un diseño plateado que recorría la hoja. Bajo el casco,
asomaba una trenza rubia, y el contorno del torso, así como el
timbre de la voz, indicaban que se trataba de una mujer.
-¡He vuelto a nacer!
-exclamaba la chica tras haber atravesado de parte a parte al
monstruo.
Mientras Harvey, Seabury
y el retoño se recuperaban de la impresión, la guerrera nórdica se
puso en pie y trató de escurrirse parte de la porquería que la
cubría. No era tarea fácil, y tanto las ropas como ella misma,
necesitarían unas buenas sesiones de lavado antes de volver a estar
en condiciones. Sin embargo, tanto la figura como la voz les
resultaban familiares a los Pickman. Finalmente fue Seabury el que
habló:
-¡¿Welcome?! ¿Eres tú?
La chica les miró,
sonrió y se quitó el casco, revelando la atractiva cara de
Evangeline Parker.
-Welcome strangers, ¿cómo
va todo? Delta Wave Welcome a vuestro servicio. Y ahora, ¿qué tal
si apartamos ese tronco y si el coche aun funciona regresamos a
Arkham? Necesito una ducha pero ya.
Seabury y Harvey se
miraron y, simultáneamente, se encogieron de hombros. Todo aquello
necesitaba una explicación, pero sería mejor tenerla en La Llave y
la Puerta, con calma y tiempo. Sin duda tenía que haber una razón
lógica para que de repente Evangeline hubiera caído del cielo,
literalmente, y atravesara de parte a parte un gugo con aquella
extraña espada. Mientras, con la ayuda del retoño oscuro, retiraron
el tronco, pero el coche parecía no querer arrancar. Welcome, o
Delta Wave Welcome, al comprobar que el vehículo iba a dar
problemas, desenvainó la espada, la enarboló sujetándola con las
dos manos y lanzó un mandoble que cortó la realidad. Aquello dejó
sin palabras a los hermanos. Al otro lado de la rasgadura podían ver
la residencia. Juntos, empujaron el coche por la grieta
espacio-temporal y tanto ellos como el retoño aparecieron junto a La
Llave y la Puerta. Ciertamente todo aquello iba a necesitar una
explicación.
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